Una disminución en el número de glóbulos rojos se llama anemia. Los glóbulos rojos juegan un papel esencial en el transporte de oxígeno desde los pulmones a todos los tejidos de nuestro cuerpo. Cuando el número de glóbulos rojos se vuelve demasiado bajo, cada órgano y tejido recibe menos oxígeno del que necesita para funcionar adecuadamente. Nuestro cuerpo responde a esta escasez de varias formas. Cada síntoma refleja cómo el cuerpo intenta adaptarse a la reducción en la entrega de oxígeno.

Causas de tener demasiados pocos glóbulos rojos (anemia)
La anemia se desarrolla cuando la producción, supervivencia o pérdida de glóbulos rojos se vuelve desequilibrada. Cada glóbulo rojo se forma en la médula ósea, circula durante aproximadamente 120 días y luego se descompone en el bazo o el hígado. Cuando la médula ósea no produce suficientes glóbulos rojos, o cuando los glóbulos rojos se descomponen demasiado rápido, o cuando la pérdida de sangre elimina glóbulos rojos más rápido de lo que el cuerpo puede reemplazarlos, el número total de glóbulos rojos disminuye. Las principales causas se agrupan en tres categorías a continuación.
1. Pérdida de sangre
La pérdida de sangre es la causa más común de anemia. Incluso una pequeña pero continua pérdida de sangre a lo largo del tiempo puede reducir gradualmente el conteo de glóbulos rojos. Las causas comunes de pérdida de sangre incluyen:
- Sangrado menstrual: Períodos menstruales abundantes o prolongados pueden eliminar cantidades significativas de hierro y glóbulos rojos del cuerpo.
- Sangrado gastrointestinal: Úlceras, gastritis, hemorroides o cáncer de colon pueden causar sangrado interno lento que puede no ser visible de inmediato.
- Lesiones o cirugía: Lesiones importantes o procedimientos quirúrgicos pueden llevar a una pérdida aguda de sangre, produciendo una caída rápida en los niveles de glóbulos rojos.
- Donación frecuente de sangre: Las donaciones de sangre repetidas sin tiempo de recuperación suficiente pueden disminuir temporalmente el conteo de glóbulos rojos.
Cuando la pérdida de sangre continúa sin un reemplazo de hierro o nutrientes, la médula ósea no puede mantenerse al día con la pérdida, y se desarrolla anemia.
2. Producción disminuida o defectuosa de glóbulos rojos
La médula ósea debe producir nuevos glóbulos rojos constantemente para reemplazar los glóbulos rojos que mueren. Varios factores pueden interferir con este proceso:
- Deficiencias nutricionales: El hierro, la vitamina B12 y el folato son esenciales para la producción de glóbulos rojos. La falta de cualquiera de estos nutrientes resulta en glóbulos rojos más pequeños, menos o anormales.
- Enfermedades crónicas: Enfermedades a largo plazo como la enfermedad renal, el cáncer o trastornos autoinmunes pueden suprimir la actividad de la médula ósea o reducir la eritropoyetina – una hormona fabricada por los riñones que estimula la producción de glóbulos rojos.
- Trastornos de la médula ósea: Condiciones como la anemia aplástica, síndromes mielodisplásicos o leucemia dañan directamente la médula ósea, reduciendo su capacidad para producir células sanguíneas saludables.
- Enfermedades genéticas: Algunos trastornos hereditarios, como la talasemia o la enfermedad de células falciformes, hacen que el cuerpo produzca glóbulos rojos anormales que se descomponen temprano o funcionan mal.
Cuando la producción de glóbulos rojos se ralentiza o se vuelve defectuosa, el transporte de oxígeno disminuye a pesar de que el volumen total de sangre se mantenga sin cambios.

3. Aumento de la destrucción de glóbulos rojos
Nuestro cuerpo generalmente destruye los glóbulos rojos viejos después de aproximadamente cuatro meses, pero ciertas condiciones pueden causar una destrucción prematura – un proceso llamado hemólisis. El aumento de la destrucción de glóbulos rojos puede resultar de:
- Reacciones autoinmunes: El sistema inmunológico puede atacar erróneamente los glóbulos rojos, destruyéndolos más rápido de lo que la médula ósea los reemplaza.
- Defectos hereditarios: La enfermedad de células falciformes, la deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa y la esferocitosis hereditaria debilitan las membranas de los glóbulos rojos, causando rupturas tempranas.
- Infecciones y toxinas: Ciertas infecciones, medicamentos o exposición a sustancias tóxicas pueden dañar directamente los glóbulos rojos.
- Esplenomegalia: El bazo puede atrapar y destruir excesivamente los glóbulos rojos cuando se agranda debido a una enfermedad.
Cuando los glóbulos rojos se descomponen demasiado rápido, el cuerpo libera bilirrubina, lo que puede llevar a la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).

Síntomas de tener demasiados pocos glóbulos rojos (anemia)
1. Fatiga y debilidad
La fatiga es el síntoma más común de tener demasiados pocos glóbulos rojos. Cada glóbulo rojo contiene hemoglobina, que se une al oxígeno en los pulmones y lo libera en los tejidos del cuerpo. Cuando el número de glóbulos rojos disminuye, menos oxígeno llega a los músculos, al cerebro y a los órganos. El cuerpo produce menos energía porque el oxígeno es necesario para la producción de energía celular. Como resultado, te sentirás cansado incluso después de una actividad ligera, o puedes despertarte sintiéndote sin energía. La debilidad a menudo acompaña a la fatiga porque los músculos reciben menos oxígeno, lo que reduce su capacidad para contraerse eficazmente.
2. Falta de aliento
Los pulmones y el corazón trabajan juntos para suministrar oxígeno al cuerpo. Cuando hay muy pocos glóbulos rojos que transporten oxígeno, el cuerpo intenta compensar respirando más rápido y más profundamente. Notarás falta de aliento durante el ejercicio, al caminar cuesta arriba o incluso en reposo si la anemia se vuelve grave. Esta falta de aliento es resultado del intento del cuerpo de aumentar la ingesta de oxígeno para satisfacer las demandas de los tejidos. Este síntoma puede empeorar al acostarse, ya que el corazón y los pulmones deben trabajar más para entregar oxígeno.
3. Piel pálida o amarillenta
El color de la piel a menudo cambia cuando el conteo de glóbulos rojos baja. Los glóbulos rojos dan color rojo a la sangre y, cuando hay menos glóbulos rojos circulando, la piel puede parecer pálida, especialmente en la cara, los labios, las encías o debajo de las uñas. Algunas formas de anemia, como las causadas por la destrucción de glóbulos rojos, liberan bilirrubina – un pigmento amarillo. En esa situación, la piel y la parte blanca de los ojos a menudo pueden parecer amarillentas. Estos cambios de color reflejan tanto la cantidad como la calidad de los glóbulos rojos que circulan.
4. Mareos
Nuestro cerebro requiere un suministro constante y adecuado de oxígeno. Cuando la entrega de oxígeno cae debido a la escasez de glóbulos rojos, las células cerebrales reciben menos oxígeno. Como resultado, a menudo te sentirás mareado al ponerte de pie o al cambiar de posición rápidamente. En casos de anemia severa, puede ocurrir desmayo incluso mientras estás sentado o en reposo. El sistema cardiovascular intenta mantener el flujo sanguíneo al cerebro aumentando la frecuencia cardíaca, pero esta compensación puede no prevenir totalmente los síntomas.
5. Latidos del corazón rápidos o irregulares
El corazón detecta la falta de oxígeno y responde latiendo más rápido para circular los glóbulos rojos restantes más rápidamente. Esta frecuencia cardíaca más rápida ayuda a entregar oxígeno a los órganos vitales, pero también aumenta la carga de trabajo del corazón. Puedes sentir palpitaciones o latidos irregulares. Con el tiempo, una anemia severa o prolongada puede causar que el corazón se agrande o llevar a la insuficiencia cardíaca debido al esfuerzo crónico.
6. Manos y pies fríos
La reducción de oxígeno en la sangre causa mala circulación en manos y pies. Los vasos sanguíneos en manos y pies se contraen para preservar el oxígeno para órganos vitales como el cerebro y el corazón. Como resultado, las manos y los pies a menudo se sienten fríos o adormecidos. La piel en estas áreas también puede parecer pálida o azulada. Estos cambios indican que los tejidos en las manos y pies reciben menos oxígeno y flujo sanguíneo.
7. Dolor de cabeza y dificultad para concentrarse
El cerebro reacciona rápidamente a la escasez de oxígeno. La escasez de glóbulos rojos provoca una reducción en la entrega de oxígeno a los tejidos cerebrales. Esto puede resultar en dolores de cabeza, confusión o dificultad para concentrarse. En los niños, puede haber poca atención y un aprendizaje lento. En los adultos, puede haber una disminución en la actividad mental.
8. Dolor en el pecho
En personas con enfermedades cardíacas subyacentes, una disminución en los glóbulos rojos puede desencadenar dolor en el pecho, también conocido como angina. El músculo cardíaco recibe menos oxígeno y experimenta estrés durante el esfuerzo físico. Cuando la entrega de oxígeno no satisface la demanda del corazón, se desarrolla dolor. Este síntoma requiere atención médica inmediata porque puede indicar que el corazón no está recibiendo suficiente oxígeno para funcionar de manera segura.
9. Uñas quebradizas y pérdida de cabello
La deficiencia crónica de oxígeno afecta los tejidos en rápido crecimiento como las uñas y el cabello. Las uñas a menudo se vuelven delgadas o quebradizas. El cabello se cae más fácilmente o crece lentamente.

10. Anhelos inusuales y cambios en la lengua
La anemia por deficiencia de hierro, una de las causas más comunes de tener demasiados pocos glóbulos rojos, puede llevar a síntomas específicos como anhelos por elementos no alimentarios (hielo, tierra o papel), una condición conocida como pica. La lengua puede volverse dolorosa, suave o hinchada debido a la reducción del suministro de oxígeno a sus células superficiales.
¿Cuándo debes buscar atención médica?
Debes buscar atención médica de inmediato si experimentas fatiga persistente, falta de aliento o piel pálida. Un médico puede confirmar el diagnóstico con un análisis de sangre que mide hemoglobina, hematocrito y conteo de glóbulos rojos. Identificar la causa de la anemia es esencial porque el tratamiento depende de si el problema proviene de la pérdida de sangre, producción disminuida o destrucción aumentada de glóbulos rojos.