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Infección crónica de la vejiga: Síntomas y manejo

Una infección crónica de la vejiga, también llamada cistitis crónica, es una afección en la que las bacterias infectan repetidamente la vejiga durante un largo período. Esta condición se diferencia de una infección aguda de la vejiga porque los síntomas duran más tiempo, a menudo regresan después del tratamiento y provocan una inflamación continua de la pared de la vejiga. Comprender los síntomas de la infección crónica de la vejiga te ayuda a identificar esta condición de manera temprana, buscar tratamiento adecuado y prevenir complicaciones que puedan afectar los riñones o el tracto urinario.

Infección crónica de la vejiga: Síntomas y manejo
Infección crónica de la vejiga (cistitis crónica)

Síntomas de la infección crónica de la vejiga

1. Urgencia frecuente para orinar

Una infección crónica de la vejiga a menudo provoca una urgencia frecuente para orinar, incluso cuando la vejiga está casi vacía. La pared de la vejiga inflamada se vuelve demasiado sensible a pequeñas cantidades de orina. Esta inflamación envía señales al cerebro de que la vejiga necesita vaciarse. Puedes sentir la necesidad de orinar muchas veces durante el día y la noche, a veces cada 10-15 minutos. Esta urgencia frecuente interrumpe las actividades diarias, perturba el sueño y aumenta la fatiga.

2. Sensación de ardor durante la micción

La inflamación e irritación del revestimiento de la vejiga hacen que orinar sea doloroso. Las bacterias y la respuesta inmune dañan la capa protectora de la pared de la vejiga, lo que expone las terminaciones nerviosas a la orina. Cuando la orina pasa a través del tejido inflamado, el contacto provoca una sensación de ardor. La sensación de ardor generalmente aparece al final de la micción, pero también puede ocurrir durante todo el proceso. El dolor persistente durante la micción es un síntoma típico de la infección crónica de la vejiga.

3. Orina turbia o con mal olor

Las bacterias en la vejiga pueden multiplicarse y producir productos de desecho que cambian el color y el olor de la orina. Los glóbulos blancos liberados por el sistema inmunológico se mezclan con bacterias y células muertas, haciendo que la orina parezca turbia. La descomposición de proteínas por las bacterias también libera amoníaco y otros compuestos que causan un olor fuerte o desagradable. Cuando notes orina turbia o con mal olor durante más de 3-4 días, este cambio puede indicar una infección en curso que requiere atención médica.

4. Dolor o presión en la parte baja del abdomen

Una infección crónica de la vejiga a menudo causa dolor o una sensación constante de presión en la parte baja del abdomen, justo arriba del hueso púbico. La vejiga inflamada se estira e irrita los tejidos y nervios circundantes. El dolor puede variar desde una incomodidad leve hasta un dolor agudo o una sensación de calambres. Algunas personas describen la sensación como una pesadez o plenitud en la parte baja del abdomen que empeora cuando la vejiga se llena y mejora después de orinar. La presión o el dolor persistente en esta zona sugiere que la inflamación se ha vuelto crónica.

5. Sangre en la orina

La sangre en la orina, conocida como hematuria, puede aparecer cuando la infección daña la pared de la vejiga. La inflamación erosiona pequeños vasos sanguíneos en la membrana mucosa, permitiendo que las células sanguíneas se filtren en la orina. El color de la orina puede tornarse rosado, rojo o marrón, dependiendo de la cantidad de sangre presente. Incluso un pequeño rastro de sangre que no es visible a simple vista puede ser detectado a través de pruebas de orina. Episodios repetidos de sangre en la orina requieren una evaluación médica para descartar condiciones más serias, como cálculos en la vejiga o tumores.

6. Dolor y malestar en la pelvis

La infección crónica de la vejiga puede extenderse más allá de la vejiga e irritar los órganos pélvicos cercanos. La infección puede causar un dolor sordo que se irradia hacia la parte baja de la espalda, el suelo pélvico o incluso los muslos internos. Los músculos en el área pélvica pueden tensarse como reacción a la inflamación constante, lo que provoca incomodidad adicional. El dolor a menudo empeora durante la actividad sexual o después de estar sentado durante largos períodos. El dolor pélvico persistente que no mejora con el descanso sugiere que la infección de la vejiga se ha vuelto crónica.

Dolor pélvico
El dolor pélvico persistente puede ser un síntoma de infección crónica de la vejiga.

7. Fatiga y malestar

El sistema inmunológico lucha continuamente contra las bacterias en una infección crónica de la vejiga, lo que provoca una liberación constante de sustancias químicas inflamatorias. Esta respuesta inmune continua puede hacerte sentir cansado o débil, incluso sin fiebre. Puede presentarse fiebre leve ocasionalmente, pero a menudo permanece suave. La constante urgencia por orinar durante la noche también interrumpe el sueño, lo que contribuye a la fatiga diurna. Con el tiempo, la combinación de dolor, insomnio e inflamación reduce la calidad de vida en general.

8. Cambios en el flujo urinario

La inflamación y la hinchazón de la pared de la vejiga pueden afectar la fuerza del flujo urinario. Puedes notar dificultad para comenzar a orinar o un chorro de orina débil. Los músculos de la vejiga pueden contraerse de manera irregular debido a la irritación, causando un flujo intermitente o la sensación de que la vejiga no se vacía completamente. En casos severos, la hinchazón puede estrechar la uretra y dificultar la micción. La dificultad para vaciar completamente la vejiga aumenta el riesgo de crecimiento bacteriano y repetidas infecciones.

¿Cuándo debes acudir al médico?

Debes buscar atención médica si ocurre alguno de los siguientes síntomas:

  • La micción frecuente o dolorosa dura más de una semana
  • Aparece sangre en la orina
  • El dolor en la parte baja del abdomen o pelvis continúa después del tratamiento con antibióticos
  • Se producen infecciones recurrentes de la vejiga tres o más veces en un año
  • Se desarrollan fiebre, escalofríos o dolor de espalda, lo que puede indicar que la infección se ha extendido a los riñones

Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado previenen daños a largo plazo en la vejiga y los riñones.

Cómo los médicos diagnostican la infección crónica de la vejiga

Los médicos diagnostican la infección crónica de la vejiga a través de la historia clínica, el examen físico y pruebas de laboratorio. Un análisis de orina detecta bacterias, glóbulos blancos y sangre. Un cultivo de orina identifica las bacterias específicas y ayuda a seleccionar el antibiótico más efectivo. En casos recurrentes, los médicos pueden realizar una cistoscopia, que utiliza una pequeña cámara para ver el revestimiento de la vejiga, o pruebas de imagen como ultrasonido o tomografía computarizada para detectar anomalías como cálculos o defectos estructurales.

Cómo manejar y prevenir la infección crónica de la vejiga

Para manejar la infección crónica de la vejiga, los médicos prescriben un curso completo de medicamentos antibióticos que atacan las bacterias específicas. Debes completar todo el tratamiento incluso cuando los síntomas mejoran. Beber mucha agua ayuda a eliminar las bacterias del tracto urinario. Evita retener la orina durante largos períodos, ya que la orina retenida fomenta el crecimiento bacteriano. Orina después de la actividad sexual para eliminar las bacterias que pueden haber entrado en la uretra. Mantén una buena higiene al limpiarte de adelante hacia atrás y usar ropa interior transpirable.

Para la prevención, los médicos pueden recomendar medicamentos antibióticos a baja dosis durante varios meses en casos de recurrencia frecuente de infecciones. Abordar problemas subyacentes como cálculos renales, obstrucción urinaria o cambios hormonales en mujeres postmenopáusicas también puede ayudar a reducir la recurrencia de infecciones.

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