Nuestro tracto digestivo a menudo emite sonidos cuando los alimentos, gases y fluidos se mueven a través de los intestinos. A veces, estos sonidos se vuelven más fuertes y se acompañan de diarrea acuosa. Estas son señales de que el sistema digestivo está experimentando un proceso anormal, que requiere atención. Este artículo explicará las causas de los intestinos ruidosos y la diarrea acuosa, y te guiará en el tratamiento de esta condición.
Cómo ocurren los sonidos de borboteo en los intestinos
Los intestinos constantemente mueven alimentos, gases y líquidos hacia adelante a través de contracciones musculares coordinadas llamadas peristalsis. Estos movimientos mezclan el contenido digestivo con enzimas y fluidos, que ayudan a descomponer los nutrientes. Cuando burbujas de gas y líquido se desplazan durante la peristalsis, los intestinos producen sonidos audibles, a menudo descritos como ruidos de borboteo. Estos sonidos suelen ser inofensivos, pero los sonidos más fuertes o persistentes a menudo indican irritación, infección o exceso de líquido en los intestinos.

Por qué se desarrolla la diarrea acuosa
La diarrea acuosa ocurre cuando los intestinos no logran absorber suficiente líquido o cuando los intestinos secretan activamente demasiado líquido. Este cambio conduce a la defecación frecuente que contiene poca materia sólida. Varios mecanismos causan diarrea acuosa:
- El revestimiento intestinal puede liberar demasiado agua y electrolitos debido a infecciones por bacterias, virus o parásitos.
- El daño al revestimiento intestinal por inflamación, toxinas o intolerancia alimentaria puede reducir la capacidad de absorber agua.
- El movimiento acelerado de alimentos y líquidos a través de los intestinos puede evitar la absorción normal, llevando a heces acuosas.
Condiciones que causan tanto intestinos ruidosos como diarrea acuosa
Varios problemas de salud pueden provocar tanto borboteo intestinal como diarrea acuosa:
– Gastroenteritis por infección: Virus como el norovirus o rotavirus, bacterias como Escherichia coli o Salmonella, y parásitos como Giardia infectan el revestimiento intestinal, irritan los intestinos, causan secreción excesiva de líquido y aceleran la peristalsis. Esta condición a menudo conduce a calambres abdominales, fiebre, náuseas y sonidos de borboteo en los intestinos.
– Intolerancia alimentaria o mala absorción: La intolerancia a la lactosa o la sensibilidad al gluten pueden causar una mala digestión de ciertos nutrientes. Los alimentos no digeridos aumentan la retención de agua en los intestinos, lo que produce heces acuosas y sonidos de borboteo. La intolerancia a la lactosa ocurre debido a la deficiencia de la enzima lactasa, lo que impide la digestión adecuada de la lactosa. La sensibilidad al gluten o la enfermedad celíaca se desarrolla debido a una reacción inmune anormal a las proteínas del gluten. Estas condiciones llevan a una mala descomposición y absorción de nutrientes, lo que causa retención de agua en los intestinos.
– Síndrome del intestino irritable con diarrea: Este trastorno funcional a menudo causa defecaciones frecuentes y sonidos de borboteo en los intestinos. El estrés, ciertos alimentos y las fluctuaciones hormonales a menudo desencadenan este síndrome. El movimiento rápido del contenido intestinal causa tanto sonidos de borboteo como heces sueltas y acuosas.
– Enfermedad inflamatoria intestinal: La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa inflaman el revestimiento intestinal, lo que reduce la absorción y aumenta la secreción, llevando a diarrea acuosa y sonidos abdominales. La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa se desarrollan debido a una actividad anormal del sistema inmunológico que ataca el revestimiento intestinal. Esta respuesta inmunitaria conduce a inflamación crónica, formación de úlceras y absorción deficiente.
– Intoxicación alimentaria: Los alimentos o el agua contaminados a menudo contienen toxinas que irritan los intestinos, llevando a sonidos de borboteo, calambres abdominales y diarrea acuosa. Los alimentos o agua contaminados a menudo contienen toxinas de bacterias como Staphylococcus aureus, Bacillus cereus o Clostridium perfringens.

Posibles complicaciones
La diarrea acuosa persistente conduce a una pérdida significativa de agua y electrolitos como sodio, potasio y cloruro. La deshidratación puede causar mareos, baja presión arterial, ritmo cardíaco rápido y confusión. La deshidratación severa puede volverse mortal si no se trata. La irritación intestinal continua también puede resultar en deficiencias nutricionales y pérdida de peso no intencionada.
¿Cuándo debes buscar atención médica?
Debes buscar una evaluación médica si la diarrea acuosa continúa durante más de dos días, si las heces contienen sangre o moco, o si tienes fiebre por encima de 38.5°C. Es necesario un tratamiento urgente si experimentas signos de deshidratación como sed excesiva, muy poca producción de orina, boca seca o desmayos. La consulta médica también es importante si la diarrea acuosa ocurre junto con dolor abdominal severo, uso reciente de antibióticos o viajes a áreas con mala sanidad.
Tratamiento y autocuidado
El objetivo principal del tratamiento es reemplazar los líquidos perdidos y restaurar la función intestinal normal.
- Bebe soluciones de rehidratación oral que contengan agua, glucosa y electrolitos.
- Evita la cafeína, el alcohol y los alimentos altos en grasas, ya que empeoran la pérdida de líquidos.
- Consume alimentos suaves como arroz, plátanos y papas hervidas, que son fáciles de digerir.
- Descansa y permite que los intestinos se recuperen.
- Lava tus manos con frecuencia y practica la seguridad alimentaria para prevenir nuevas infecciones.
Los médicos pueden prescribir antibióticos para infecciones bacterianas o medicamentos antiparasitarios para infecciones parasitarias. Para condiciones crónicas como el síndrome del intestino irritable o la enfermedad inflamatoria intestinal, el tratamiento puede incluir cambios en la dieta, medicamentos antiinflamatorios o fármacos que ralentizan el movimiento intestinal.
Instrucciones para la prevención:
- Lava bien las frutas y verduras.
- Cocina completamente la carne y los mariscos.
- Almacena los alimentos a temperaturas seguras para prevenir el crecimiento bacteriano.
- Bebe agua limpia y segura.
- Controla la intolerancia alimentaria evitando los alimentos desencadenantes.