La enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal es una inflamación persistente de la pelvis renal y del parénquima renal. Si bien la fiebre es un síntoma común en los casos agudos, algunas formas crónicas pueden presentarse sin fiebre, complicando el proceso de diagnóstico y tratamiento. Este artículo explica la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal sin fiebre, incluyendo sus causas, síntomas, diagnóstico y opciones de tratamiento.

Causas de la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal sin fiebre
La enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal generalmente ocurre debido a infecciones bacterianas recurrentes, pero su manifestación sin fiebre indica una progresión insidiosa.
Estas son posibles causas:
- Infecciones recurrentes: En casos donde las infecciones se repiten o persisten, especialmente con cepas de bacterias resistentes a los antibióticos, se puede desarrollar inflamación crónica con el tiempo. La ausencia de fiebre puede indicar una infección de bajo grado.
- Obstrucciones: Las obstrucciones urológicas, como los cálculos renales, estenosis o anomalías congénitas, pueden impedir el flujo de orina, creando un hábitat propicio para las bacterias y fomentando la inflamación crónica.
- Reflujo: El reflujo vesicoureteral (VUR) permite que la orina fluya de vuelta a los riñones desde la vejiga, transportando bacterias y otros patógenos que pueden causar inflamación persistente.
- Factores autoinmunes: En algunos casos, la respuesta inmunitaria del cuerpo puede desencadenar o perpetuar la inflamación incluso sin infección bacteriana, contribuyendo a una inflamación crónica sin síntomas agudos.
Síntomas de la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal
En muchos casos, la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal no presenta síntomas claros, particularmente en ausencia de fiebre.
Estos son los síntomas reportados:
- Dolor en el flanco: Un dolor sordo y persistente en la parte baja de la espalda o el flanco, a menudo unilateral, puede indicar una inflamación renal en curso.
- Fatiga: Cansancio o letargo, no relacionado con otras condiciones médicas, puede indicar problemas renales crónicos.
- Dificultad para orinar: La presencia de dolor o incomodidad al orinar puede señalar problemas urológicos subyacentes, incluyendo infección u obstrucción.
- Nocturia: La necesidad frecuente de orinar durante la noche puede resultar de un deterioro de la función renal y no debe pasarse por alto.
- Cambios en la orina: Orina oscura, turbia o maloliente, así como sangre en la orina, pueden significar problemas renales.
Diagnóstico de la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal sin fiebre
La ausencia de fiebre puede retrasar el reconocimiento de la pielonefritis crónica, lo que hace que el diagnóstico exhaustivo sea crucial. Los médicos utilizarán algunas de las pruebas a continuación para diagnosticar la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal.
- Análisis de orina: Identificar signos de infección, como leucocitos, nitritos o bacterias, puede ayudar en el diagnóstico.
- Cultivo de orina: Este método puede determinar cepas bacterianas específicas y sus sensibilidades a los antibióticos, guiando las opciones de tratamiento.
- Pruebas de imagen: Ecografías o tomografías computarizadas pueden revelar obstrucciones, cicatrices u otras anomalías que contribuyen a la inflamación crónica.
- Análisis de sangre: Los niveles de creatinina sérica y nitrógeno ureico en sangre (BUN) pueden indicar la función renal, y cualquier anormalidad puede sugerir daño renal crónico.
- Biopsia: En casos donde se sospeche inflamación o cicatrices, pero no sean evidentes en las pruebas de imagen, una biopsia renal puede confirmar la pielonefritis crónica.
Tratamiento de la enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal
El manejo de la pielonefritis crónica sin fiebre requiere un enfoque integral. Estas son las opciones de tratamiento:
- Antibióticos: Puede ser necesario un tratamiento antibiótico a largo plazo o en rotación para manejar infecciones bacterianas persistentes o recurrentes.
- Intervención quirúrgica: Para obstrucciones o reflujo, puede ser necesaria una cirugía correctiva para restaurar la función urológica normal y prevenir más daños.
- Modificaciones dietéticas: Reducir la ingesta de proteínas, sal y potasio puede aliviar la carga sobre los riñones y mejorar la salud renal en general.
- Hidratación: Mantener una hidratación adecuada puede ayudar a eliminar bacterias y toxinas, reduciendo la probabilidad de infección.
- Supervisión: Las citas de seguimiento regulares con un nefrólogo o urólogo ayudan al médico a rastrear la progresión de la enfermedad, ajustar el tratamiento y monitorear la función renal.
Si le preocupa que pueda tener enfermedad inflamatoria crónica de la pelvis renal, debe acudir a un médico para ser diagnosticado y tratado adecuadamente. Un diagnóstico y tratamiento temprano pueden ayudar a prevenir complicaciones, como hipertensión y fallo renal.