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Fuerza muscular reducida y fatiga: Causa y tratamiento

La disminución de la fuerza muscular y la fatiga afectan las actividades diarias, disminuyen la movilidad y reducen la calidad de vida. Estos síntomas pueden indicar problemas en los músculos, nervios, metabolismo u otros sistemas del cuerpo. Identificar la causa raíz requiere una evaluación cuidadosa, ya que muchos trastornos diferentes pueden llevar simultáneamente a la debilidad muscular y la fatiga. Este artículo explica las causas comunes de la disminución de la fuerza muscular y la fatiga, y cómo se diagnostica y trata cada causa.

Fuerza muscular reducida y fatiga: Causa y tratamiento
La disminución de la fuerza muscular y la fatiga suelen presentarse juntas; son síntomas comunes vistos en una amplia gama de condiciones médicas.

Causas de la disminución de la fuerza muscular y la fatiga

1. Trastornos neuromusculares

Los trastornos neuromusculares se desarrollan cuando las enfermedades afectan los nervios, las uniones neuromusculares o las fibras musculares. Mutaciones genéticas, respuestas autoinmunes, infecciones o exposición a toxinas pueden desencadenar estos trastornos.

Enfermedades como la miastenia gravis, la esclerosis lateral amiotrófica y las distrofias musculares afectan la comunicación entre los nervios y los músculos o dañan directamente las células musculares. Este problema conduce a una reducción en la generación de fuerza y a un agotamiento rápido durante el movimiento. Las fibras musculares pueden no responder a las señales o las señales pueden no llegar adecuadamente a los músculos.

Miastenia gravis
La miastenia gravis es un trastorno neuromuscular autoinmunitario crónico que causa debilidad en los músculos esqueléticos al interrumpir la comunicación entre los nervios y los músculos.

Los síntomas iniciales generalmente incluyen dificultad para levantar objetos, caídas frecuentes o problemas para tragar. Los síntomas suelen empeorar con el tiempo. Algunos trastornos neuromusculares pueden ser potencialmente mortales si se comprometen los músculos responsables de la respiración.

Los trastornos neuromusculares son poco comunes. Por ejemplo, la miastenia gravis ocurre en aproximadamente 20 personas por cada 100,000 habitantes. Las distrofias musculares son más raras y generalmente se heredan.

Diagnóstico y tratamiento:

Los médicos realizan estudios de conducción nerviosa, electromiografía y análisis de sangre para detectar autoanticuerpos o mutaciones genéticas. Una biopsia muscular puede ayudar a confirmar el diagnóstico. El tratamiento depende de la enfermedad específica. Por ejemplo, los inhibidores de la acetilcolinesterasa ayudan a tratar la miastenia gravis. Los fármacos corticosteroides y los inmunosupresores reducen la actividad autoinmune. La fisioterapia ayuda a mantener la movilidad y el tono muscular.

2. Desequilibrios electrolíticos

Los desequilibrios electrolíticos ocurren debido a la deshidratación, enfermedades renales, trastornos endocrinos o efectos secundarios de medicamentos. Estos desequilibrios incluyen niveles bajos de potasio, calcio o magnesio.

Las células musculares dependen de las concentraciones adecuadas de electrolitos para generar impulsos eléctricos y contraerse. Los niveles bajos de potasio interfieren con la excitabilidad de las células musculares. Un bajo nivel de calcio o magnesio afecta la liberación de neurotransmisores en la unión neuromuscular. Como resultado, los músculos no pueden contraerse de manera efectiva, lo que conduce tanto a la debilidad muscular como a la fatiga.

Los trastornos electrolíticos pueden desarrollarse de manera repentina o gradual. Los desequilibrios severos pueden causar parálisis, arritmias cardíacas o convulsiones. Los diuréticos, el vómito o la diarrea aumentan el riesgo de desarrollar desequilibrios electrolíticos.

Los desequilibrios electrolíticos leves son comunes, especialmente en personas mayores o en aquellas con enfermedades crónicas. Los pacientes hospitalizados a menudo experimentan estos desequilibrios durante el tratamiento.

Diagnóstico y tratamiento:

Los análisis de sangre miden los niveles de electrolitos. El tratamiento incluye abordar la causa subyacente, reponer los electrolitos deficitarios a través de suplementos orales o intravenosos y monitorear la función cardíaca y renal.

3. Trastornos endocrinos

Los trastornos endocrinos surgen de una producción o regulación anormal de hormonas. Las causas comunes incluyen enfermedades autoinmunes, tumores o síndromes genéticos.

Los trastornos endocrinos que generalmente causan una disminución de la fuerza muscular y fatiga son el hipotiroidismo, la enfermedad de Addison y el síndrome de Cushing.

Las hormonas controlan el metabolismo energético y la renovación de proteínas musculares. En el hipotiroidismo, la reducción de la hormona tiroidea ralentiza el metabolismo y disminuye la producción de energía mitocondrial, lo que lleva a debilidad muscular y cansancio. En el síndrome de Cushing, el exceso de cortisol descompone las proteínas musculares, causando pérdida muscular. En la enfermedad de Addison, los niveles bajos de cortisol y aldosterona interrumpen el equilibrio del sodio y reducen la disponibilidad de energía.

Los trastornos endocrinos a menudo se desarrollan lentamente. Además de la debilidad muscular y la fatiga, otros síntomas incluyen cambios de peso, alteraciones en la piel y presión arterial anormal.

El hipotiroidismo ocurre en aproximadamente el 5% de la población de nuestro país. Otros trastornos endocrinos son más raros, pero a menudo están subdiagnosticados.

Diagnóstico y tratamiento:

Los análisis de sangre evalúan los niveles de hormonas como la hormona estimulante de la tiroides, el cortisol y los electrolitos. El tratamiento incluye la sustitución hormonal o el uso de medicamentos para suprimir la producción hormonal. Tratar la enfermedad subyacente mejorará la fuerza muscular y los niveles de energía.

4. Infecciones crónicas

Las infecciones crónicas persisten cuando el sistema inmunológico no puede eliminar completamente un patógeno. Las infecciones crónicas que generalmente causan una disminución de la fuerza muscular y fatiga son la tuberculosis, el VIH/SIDA, la enfermedad de Lyme y la hepatitis C. La respuesta inmune débil, el diagnóstico tardío o los organismos resistentes permiten que estas infecciones continúen.

Las infecciones crónicas activan continuamente el sistema inmunológico. La activación inmune aumenta la producción de citoquinas inflamatorias que interfieren con el metabolismo muscular y perjudican el uso de energía. La descomposición de las proteínas musculares también puede ocurrir debido a la inflamación sistémica. Algunas infecciones dañan directamente el tejido muscular o nervioso.

Las infecciones crónicas pueden causar fiebre de bajo grado, sudores nocturnos y pérdida de peso involuntaria. La fatiga puede ser grave. Las personas inmunocomprometidas tienen un mayor riesgo de contraer infecciones crónicas.

Diagnóstico y tratamiento:

El diagnóstico incluye análisis de sangre, pruebas de imagen o cultivos de tejido. Las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa ayudan a identificar patógenos específicos. El tratamiento requiere terapia antimicrobiana a largo plazo y monitoreo. Abordar las deficiencias nutricionales y manejar la inflamación también ayuda a restaurar la fuerza y la energía.

5. Enfermedades musculares inflamatorias

Las enfermedades musculares inflamatorias, como la polimiositis y la dermatomiositis, resultan de reacciones autoinmunitarias donde el sistema inmunológico ataca erróneamente el tejido muscular. Factores ambientales o predisposición genética pueden contribuir al inicio de la enfermedad.

Polimiositis
La polimiositis es una enfermedad inflamatoria muscular autoinmune rara que causa debilidad progresiva, especialmente en los músculos cerca del tronco, como las caderas, los hombros y el cuello. Esta enfermedad ocurre cuando el sistema inmunológico ataca por error el tejido muscular, lo que lleva a inflamación crónica y pérdida de función muscular.

Mecanismo: En estas enfermedades, las células inmunitarias infiltran las fibras musculares y dañan las proteínas musculares. Esta destrucción mediada por el sistema inmunológico conduce a la muerte de las fibras musculares y a la pérdida de fuerza muscular. La inflamación continua agota las reservas de energía, contribuyendo a la fatiga.

Las enfermedades musculares inflamatorias a menudo causan debilidad simétrica en los hombros, caderas y cuello. Puede ocurrir una erupción cutánea en la dermatomiositis. La dificultad para tragar y la debilidad en los músculos respiratorios pueden desarrollarse en casos avanzados.

Estas enfermedades son raras, ocurriendo en aproximadamente 1 de cada 100,000 personas por año.

Diagnóstico y tratamiento:

Los médicos diagnostican las enfermedades musculares inflamatorias basándose en la elevación de enzimas musculares, la presencia de autoanticuerpos, la biopsia muscular y la resonancia magnética. El tratamiento incluye medicamentos corticosteroides, inmunosupresores y rehabilitación física.

6. Enfermedades mitocondriales

Las enfermedades mitocondriales surgen debido a mutaciones en el ADN mitocondrial o nuclear. Estas mutaciones afectan la producción de energía en las células, especialmente en tejidos que demandan mucha energía como los músculos y el cerebro.

Las enfermedades mitocondriales que a menudo causan disminución de la fuerza muscular y fatiga son la miopatía mitocondrial, el síndrome de Kearns-Sayre y el MELAS (Encefalomiopatía mitocondrial, acidosis láctica y episodios similares a accidentes cerebrovasculares).

Las mitocondrias defectuosas no producen suficiente trifosfato de adenosina, que los músculos necesitan para contraerse y recuperarse. La escasez de energía conduce a una fatiga muscular rápida y a una mala fuerza muscular. Las fibras musculares pueden acumular estructuras anormales y mostrar degeneración.

Las enfermedades mitocondriales a menudo afectan múltiples órganos. Los síntomas pueden incluir pérdida de audición, convulsiones o problemas de visión. La aparición puede ocurrir en la infancia o en la adultez.

Las enfermedades mitocondriales ocurren en aproximadamente 1 de cada 5,000 personas. Muchos casos permanecen sin diagnosticar debido a síntomas variables.

El diagnóstico incluye pruebas genéticas, biopsia muscular y estudios metabólicos. No hay cura para las enfermedades mitocondriales. El tratamiento se centra en aliviar los síntomas, suplementos nutricionales como la coenzima Q10 y fisioterapia.

Las causas comunes de la disminución de la fuerza muscular y la fatiga se arriba. Una evaluación cuidadosa ayuda a identificar la causa exacta y guiar el tratamiento. Debe consultar a un profesional de la salud si estos síntomas interfieren con la vida diaria o empeoran con el tiempo. Un diagnóstico temprano mejorará los resultados y previene complicaciones.

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